Caos acordado

No consigo ordenar mi habitación
de entre la ropa en el suelo
yace o se yergue un espacio
y es igual.
Los libros tiemblan,
las sábanas luchan extrañadas
y se arrugan recordando, tal vez, una mujer.

Las baldosas juegan midiendo
un rompecabezas que miro de lejos.
Algunos días la puerta da al pasillo,
pero otros se abre tan sólo a memorias
que pugnan por mi existencia.

Las lamparas a veces dan sombra
y entonces el techo se comba de sueños
que si atento, se espantan meciendo
papeles, que vagan, rimando solos.

Relojes callados deliran las horas
y despierto tan lleno por fuera
que no miro dentro.

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