Nacer Ante Mi Mismo.


Yo nací de una barriga redondita
para mamar después durante unos treinta años,
una leche almibarada, una ambrosía,
el néctar de un amor privilegiado.
Y con esa miel entre los labios
pensé que el mundo era una tripa,
palacio acuoso e inocuo.
Yo buscaba, hacía dentro una salida
que era mía y sólo mía,
y rechazaba las espinas pegadas a las flores

Por eso debo nacer ante mi mismo
hundiendo mi mano en el fondo de mi herida
del tiempo clavado con los aguijones del goce.
Sacar de las entrañas de mi tierra ese niño consentido
y ofrecérselo a las calles para que lo críen,
que le enseñen el acecho del huir permaneciendo,
a libar el jugo de un encuentro,
y dejar que se cubra de follaje
la senda irreversible del lamento y el consuelo.




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